Economías informales

En paralelo a ArteBa, se desarrollaron varias actividades en distintas galerías y museos que buscaron generar un movimiento mayor a través de la sinergia que fluye desde el modelo impuesto en la feria de arte más importante de Buenos Aires.

En BSM Art Building, una usina de arte que presentó la decima edición de su Open Studio, y que permite relacionarse con los artistas en su hábitat creativo y durante sus actividades. Este año, el eje de la presentación principal llevó el título de “ECONOMIAS INFORMALES”, una puesta curada por Federico Baeza y Guadalupe Chirotarrab en la que el hilo conductor anudaba historia reciente, visión de la crisis y materiales que se incluyeron en las tareas cotidianas para construir objetos artísticos con los restos del desuso, insumos y elementos reciclados durante lo que va del siglo XXI.

Un itinerario que combinaba instalaciones, objetos e imágenes y con depurada técnica ofreció escenario a artistas jóvenes y consagrados, residentes e invitados.

El limite bidimensional de esta nota, no llega a mostrar la creatividad y potencia del joven residente Nicolás Varchausky ni a transmitir el testimonio oral que completa su obsesivo coleccionismo sobre la evolución de los soportes magnéticos del sonido (foto) y las voces atesoradas y catalogadas con la paciencia de un bibliotecario imberbe que no conoció el Geloso. Pura potencia y mucho futuro.

Entre los invitados, Julián D’Angiolillo nos abofetea con las filmaciones de un concurso de costureros en una fiesta nocturna. A diferencia de los rodeos americanos o de los alambradores de la Rural, la competencia textil nos transporta a la cruda realidad de las condiciones inhumanas del trabajo esclavo en los talleres clandestinos, en la que la alasita (foto), imaginario taller deseado y legalmente habilitado, juega el juego de los sueños, entre ekekos, ranas fósiles, santos y vírgenes.

Fuera de la muestra central, también se pueden visitar los atelieres de quienes completan el equipo de BSM, de allí destaco la experiencia que produce encontrase con la obra de Paula Tato Blake, un nómade de las que describe Z. Bauman, que trajo unas frías imágenes del cementerio de Edimburgo y las intervino con una ingeniosa aplicación de metacrilato que, con una serie de impactos, produce ese efecto de cristalización (foto), congelando y, a su decir, volviendo objeto la imagen elegida. Genial. Avanza ahora en otra serie de intervenciones sobre la historia oculta de la arquitectura en su ciudad natal, La Plata.

La dirección general del emprendimiento en manos de Guillermo Rozenblum, se concentra en la búsqueda de potencializar energía entre todos los actores y factores de la industria de la cultura, va en buen camino.

Economías informales

En paralelo a ArteBa, se desarrollaron varias actividades en distintas galerías y museos que buscaron generar un movimiento mayor a través de la sinergia que fluye desde el modelo impuesto en la feria de arte más importante de Buenos Aires.

En BSM Art Building, una usina de arte que presentó la decima edición de su Open Studio, y que permite relacionarse con los artistas en su hábitat creativo y durante sus actividades. Este año, el eje de la presentación principal llevó el título de “ECONOMIAS INFORMALES”, una puesta curada por Federico Baeza y Guadalupe Chirotarrab en la que el hilo conductor anudaba historia reciente, visión de la crisis y materiales que se incluyeron en las tareas cotidianas para construir objetos artísticos con los restos del desuso, insumos y elementos reciclados durante lo que va del siglo XXI.

Un itinerario que combinaba instalaciones, objetos e imágenes y con depurada técnica ofreció escenario a artistas jóvenes y consagrados, residentes e invitados.

El limite bidimensional de esta nota, no llega a mostrar la creatividad y potencia del joven residente Nicolás Varchausky ni a transmitir el testimonio oral que completa su obsesivo coleccionismo sobre la evolución de los soportes magnéticos del sonido (foto) y las voces atesoradas y catalogadas con la paciencia de un bibliotecario imberbe que no conoció el Geloso. Pura potencia y mucho futuro.

Entre los invitados, Julián D’Angiolillo nos abofetea con las filmaciones de un concurso de costureros en una fiesta nocturna. A diferencia de los rodeos americanos o de los alambradores de la Rural, la competencia textil nos transporta a la cruda realidad de las condiciones inhumanas del trabajo esclavo en los talleres clandestinos, en la que la alasita (foto), imaginario taller deseado y legalmente habilitado, juega el juego de los sueños, entre ekekos, ranas fósiles, santos y vírgenes.

Fuera de la muestra central, también se pueden visitar los atelieres de quienes completan el equipo de BSM, de allí destaco la experiencia que produce encontrase con la obra de Paula Tato Blake, un nómade de las que describe Z. Bauman, que trajo unas frías imágenes del cementerio de Edimburgo y las intervino con una ingeniosa aplicación de metacrilato que, con una serie de impactos, produce ese efecto de cristalización (foto), congelando y, a su decir, volviendo objeto la imagen elegida. Genial. Avanza ahora en otra serie de intervenciones sobre la historia oculta de la arquitectura en su ciudad natal, La Plata.

La dirección general del emprendimiento en manos de Guillermo Rozenblum, se concentra en la búsqueda de potencializar energía entre todos los actores y factores de la industria de la cultura, va en buen camino.