El arquitecto de la libertad
En Punta del Este. Uruguay
La mejor vista de la extensión de playas balnearias uruguayas se consigue en el Museo CASA PUEBLO, diseñado con un “pido perdón a la arquitectura por mi libertad de hornero” como dice el autor, en la cima de Punta Ballena. Su vista domina las dos bahías que la rodean, y en especial permite disfrutar de la puesta del sol como la conocen en el océano pacífico. El atardecer funde de rojo las mestizas aguas de río y mar, y da lugar a esa misa laica a la que se invita a los visitantes desde la voz de Páez Vilaró que retumba en un microcine en el que se reproduce sin solución de continuidad, una reseña visual relatada por el mismo autor. Como en El Anatomista de Andahazi o en algún marco circular de Frida Kahlo, Casa Pueblo es matriz geográfica y movilizadora del artista fértil que la convirtió en faro de su obra y de la ciudad. Hornero que diseña su casa de espalda al viento y puertas al sol, deja en su legado un excelente patrimonio, digno de ser visitado más de una vez. Su obra, sin duda influenciada por su compatriota Rafael Barradas, logra impactar con su actualidad y vigencia en impresiones y diseños siglo XXI, desarrollos de embriones del abanderado de la plástica uruguaya al nacer el cambalache, problemático y febril. Por otra parte, Picasso, incrusta toda su obra. Se confiesa en los recursos cubistas y se potencia en las escenas de tauromaquia. Para despejar dudas, las fotos de su visita al taller del genio cubista presiden una sala exclusiva dedicada a ese encuentro.
Además de un museo muy amigable, tiene un ameno bar con excelente vista y tiendas temáticas. Como el tiempo es líquido y no se deja agarrar fácilmente, vale la pena traerse algina de las excelentes impresiones y libros. Si buscan Algún original, señalo que me parecieron caros para trabajos que, reproducen viejas obras, ajustadas y con mínimas intervenciones. Una producción más for export que para los coleccionistas rioplatenses. En los remates de este invierno en Buenos Aires, salen acrílicos de sus mejores años, con bases de mil dólares.
El arquitecto de la libertad

En Punta del Este. Uruguay
La mejor vista de la extensión de playas balnearias uruguayas se consigue en el Museo CASA PUEBLO, diseñado con un “pido perdón a la arquitectura por mi libertad de hornero” como dice el autor, en la cima de Punta Ballena. Su vista domina las dos bahías que la rodean, y en especial permite disfrutar de la puesta del sol como la conocen en el océano pacífico. El atardecer funde de rojo las mestizas aguas de río y mar, y da lugar a esa misa laica a la que se invita a los visitantes desde la voz de Páez Vilaró que retumba en un microcine en el que se reproduce sin solución de continuidad, una reseña visual relatada por el mismo autor. Como en El Anatomista de Andahazi o en algún marco circular de Frida Kahlo, Casa Pueblo es matriz geográfica y movilizadora del artista fértil que la convirtió en faro de su obra y de la ciudad. Hornero que diseña su casa de espalda al viento y puertas al sol, deja en su legado un excelente patrimonio, digno de ser visitado más de una vez. Su obra, sin duda influenciada por su compatriota Rafael Barradas, logra impactar con su actualidad y vigencia en impresiones y diseños siglo XXI, desarrollos de embriones del abanderado de la plástica uruguaya al nacer el cambalache, problemático y febril. Por otra parte, Picasso, incrusta toda su obra. Se confiesa en los recursos cubistas y se potencia en las escenas de tauromaquia. Para despejar dudas, las fotos de su visita al taller del genio cubista presiden una sala exclusiva dedicada a ese encuentro.
Además de un museo muy amigable, tiene un ameno bar con excelente vista y tiendas temáticas. Como el tiempo es líquido y no se deja agarrar fácilmente, vale la pena traerse algina de las excelentes impresiones y libros. Si buscan Algún original, señalo que me parecieron caros para trabajos que, reproducen viejas obras, ajustadas y con mínimas intervenciones. Una producción más for export que para los coleccionistas rioplatenses. En los remates de este invierno en Buenos Aires, salen acrílicos de sus mejores años, con bases de mil dólares.

