El arte digital
La consolidación de la única modalidad artística que puede lucir una fecha de nacimiento reciente logra imponer otro efecto trascendental en la comunidad creativa. La consagración del artista vivo, del arte subjetivo contra cualquier valorización objetiva de las artes plásticas que preexistieron al software o a la computadora como herramienta central en el procedimiento creativo.
Le velocidad de la circulación de los objetos artísticos digitales, repercuten directamente en su cotización (de hecho, la sacan del mercado, amortizando el precio a cero con solo aparecer en las redes), el valor legítimante de la firma o numeración del autor, o sus sucesores, se desvanece en minutos. La obra deja de ser tal para recobrar vida solo en la coexistencia con las nuevas ideas del autor.
Un arte tan efímero que arrasa con las construcciones consumibles de Minujin o las coloridas explosiones de de Guo – Qiang. La intensidad de la difusión y la velocidad de la red solo permiten que subsista el objeto en tanto que construcción “a la vista ” realizada por el autor. La propiedad intelectual y los datos patrimoniales de las herramientas de diseño no se ajustan a la realidad legal actual y difícilmente encuentren algún camino administrativo de protección.
El camino de “secularizar” las obras – recorrido otrora por la fotografía – lejos de objetivizar la obra digital, solo logra impostar en un soporte extraño al de la criatura concebida por el artista digital. Este medio – bidimensional, tridimensional, video, instalación, etc, – puede significar un sistema de recaudación efectivo para el autor, pero más cercano a la memorabilia que a un método artístico diferente a los concebidos hasta la llegada de las herramientas digitales.
Pura subjetividad, obra valiosa en tanto que artista vivo. Arte efímero por velocidad. Lo demás es soporte material. En el ámbito de creación de las más visuales de las artes, surgiò algo tan parecido intelectualmente a la literatura, que es difícil aceptar y concebir. La historia, novela, cuento o poesía, es el fenómeno creativo; su texto y sus soportes, simples elementos fabriles que, autografiados apenas muestran rasgos artesanales en un objeto cuyo valor se desenvuelve en el mercado de antigüedades y curiosidades, muy lejos del arte creativo.
Las muestras en las que se desarrollan obras pueden transformarse en verdaderos espectáculos y luego objetos, a partir del registro posterior que de ellas se realice. Quizá en soportes como los de las presentaciones de Marta Minujín o de CAI Guo- Qiang esté el recurso que permite valorizar el arte digital y, en definitiva, a sus artistas.
El arte digital
La consolidación de la única modalidad artística que puede lucir una fecha de nacimiento reciente logra imponer otro efecto trascendental en la comunidad creativa. La consagración del artista vivo, del arte subjetivo contra cualquier valorización objetiva de las artes plásticas que preexistieron al software o a la computadora como herramienta central en el procedimiento creativo.
Le velocidad de la circulación de los objetos artísticos digitales, repercuten directamente en su cotización (de hecho, la sacan del mercado, amortizando el precio a cero con solo aparecer en las redes), el valor legítimante de la firma o numeración del autor, o sus sucesores, se desvanece en minutos. La obra deja de ser tal para recobrar vida solo en la coexistencia con las nuevas ideas del autor.
Un arte tan efímero que arrasa con las construcciones consumibles de Minujin o las coloridas explosiones de de Guo – Qiang. La intensidad de la difusión y la velocidad de la red solo permiten que subsista el objeto en tanto que construcción “a la vista ” realizada por el autor. La propiedad intelectual y los datos patrimoniales de las herramientas de diseño no se ajustan a la realidad legal actual y difícilmente encuentren algún camino administrativo de protección.
El camino de “secularizar” las obras – recorrido otrora por la fotografía – lejos de objetivizar la obra digital, solo logra impostar en un soporte extraño al de la criatura concebida por el artista digital. Este medio – bidimensional, tridimensional, video, instalación, etc, – puede significar un sistema de recaudación efectivo para el autor, pero más cercano a la memorabilia que a un método artístico diferente a los concebidos hasta la llegada de las herramientas digitales.
Pura subjetividad, obra valiosa en tanto que artista vivo. Arte efímero por velocidad. Lo demás es soporte material. En el ámbito de creación de las más visuales de las artes, surgiò algo tan parecido intelectualmente a la literatura, que es difícil aceptar y concebir. La historia, novela, cuento o poesía, es el fenómeno creativo; su texto y sus soportes, simples elementos fabriles que, autografiados apenas muestran rasgos artesanales en un objeto cuyo valor se desenvuelve en el mercado de antigüedades y curiosidades, muy lejos del arte creativo.
Las muestras en las que se desarrollan obras pueden transformarse en verdaderos espectáculos y luego objetos, a partir del registro posterior que de ellas se realice. Quizá en soportes como los de las presentaciones de Marta Minujín o de CAI Guo- Qiang esté el recurso que permite valorizar el arte digital y, en definitiva, a sus artistas.