Simbolismo de época

“La paradoja en el centro” en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires curada por Javier Villa.

La idea de atar un hito cultural a una época siempre pasada es desarrollada en la literatura argentina por el genio incomparable de Borges. Es que cuando nos encontramos dentro de un período e inmersos profundamente en sus tendencias no percibimos sus rasgos característicos, así describe esa experiencia en 1945 en su Vindicación del 1900: “Hace quince o veinte años que la nostalgia, la ternura y la burla tejen una cariñosa mitología alrededor del año 1900. Los elementos de esa mitología están en la conciencia de todos; corresponden a la escenografía art noveau de Los crepúsculos del jardín, de Lugones, con adición de algunos artefactos característicos: picos de gas, tranvías de caballos, bigotes, bigoteras, corsés, tarjetas postales en relieve, lámparas con caireles. Por supuesto, ese esquema simbólico de 1900 no es precisamente igual a 1900. Nunca lo son, por lo demás, los esquemas simbólicos. Lo característico de una época no está en ella; está en los rasgos que la diferencian de la época siguiente. Esos rasgos diferenciales sólo son perceptibles después. Así los tranvías a caballo son típicos de 1900 porque han sido reemplazados por tranvías eléctricos; los buzones rojos no lo son, porque no han sido reemplazados”.

Agrego, por mi parte, que esa situación la podemos caracterizar como una perdida de la noción de época, que todos sufrimos pues no sabemos cuando se produce el cambio que diferencia la anterior de la posterior.

Esto ocurre con la muestra: el esfuerzo creativo, los recursos y herramientas utilizados, las estrategias en los formatos (desde los cuadros” desenmarcados” hasta el fenómeno destructivo registrado en film de 16mm- de una muestra en Francia de Minujín) anuncian la llegada de una nueva época, pero no logran definirla por la dificultad que mencionamos antes.

A pesar de esa perdida de noción o pertenencia, las claves de los trabajos seleccionados por la curaduría hacen foco en la utilización de materiales extraños al modernismo y a las clásicas escuelas de la plástica bidimensional.

Tanto la reutilización de materiales – significativamente centrales en la obra seleccionada de Berni, en alguna de Keneth Kemble y en la primera fase de la tarea de Marta Minujín – como su descomposición y nuevas técnicas – se ligan a procesos similares que se desarrollan coetáneamente en la filosofía, la política y en la institucionalidad cultural.

Disolver pinturas con líquidos diluyentes o residuos y secreciones orgánicas que permitan utilizarlos como nuevos materiales más básicos aún que en sus orígenes; acercarse microscópicamente a un trazo de pincel sobre el lienzo para reproducirlo a escalas siderales que permitan percibir el trazo, el pulso y el vigor del artista, se acercan mucho a la lógica imperante en el Mayo Francés y en la convocatorias del Instituto Di Tella. Deconstruir para analizar las relaciones de los microsistemas, casi un manifiesto del pensamiento de Foucault, cuya palabra oral y escrita conforma un campo fértil para el desarrollo de estas tendencias

Entre 1963 y 1969 el Centro de Artes Visuales (1963-1969) del Instituto Di Tella fue bajo la conducción de Romero Brest un incubador de estas nuevas corrientes.

En la selección y el curso que propone Javier Villa se destacan, además de los artistas ya nombrados, las obras propiedad del museo de Raquel Forner, Del Prete, Wells, Trotta, Peralta Ramos, Luis Felipe Noé y Jorge De La vega.

Simbolismo de época

“La paradoja en el centro” en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires curada por Javier Villa.

La idea de atar un hito cultural a una época siempre pasada es desarrollada en la literatura argentina por el genio incomparable de Borges. Es que cuando nos encontramos dentro de un período e inmersos profundamente en sus tendencias no percibimos sus rasgos característicos, así describe esa experiencia en 1945 en su Vindicación del 1900: “Hace quince o veinte años que la nostalgia, la ternura y la burla tejen una cariñosa mitología alrededor del año 1900. Los elementos de esa mitología están en la conciencia de todos; corresponden a la escenografía art noveau de Los crepúsculos del jardín, de Lugones, con adición de algunos artefactos característicos: picos de gas, tranvías de caballos, bigotes, bigoteras, corsés, tarjetas postales en relieve, lámparas con caireles. Por supuesto, ese esquema simbólico de 1900 no es precisamente igual a 1900. Nunca lo son, por lo demás, los esquemas simbólicos. Lo característico de una época no está en ella; está en los rasgos que la diferencian de la época siguiente. Esos rasgos diferenciales sólo son perceptibles después. Así los tranvías a caballo son típicos de 1900 porque han sido reemplazados por tranvías eléctricos; los buzones rojos no lo son, porque no han sido reemplazados”.

Agrego, por mi parte, que esa situación la podemos caracterizar como una perdida de la noción de época, que todos sufrimos pues no sabemos cuando se produce el cambio que diferencia la anterior de la posterior.

Esto ocurre con la muestra: el esfuerzo creativo, los recursos y herramientas utilizados, las estrategias en los formatos (desde los cuadros” desenmarcados” hasta el fenómeno destructivo registrado en film de 16mm- de una muestra en Francia de Minujín) anuncian la llegada de una nueva época, pero no logran definirla por la dificultad que mencionamos antes.

A pesar de esa perdida de noción o pertenencia, las claves de los trabajos seleccionados por la curaduría hacen foco en la utilización de materiales extraños al modernismo y a las clásicas escuelas de la plástica bidimensional.

Tanto la reutilización de materiales – significativamente centrales en la obra seleccionada de Berni, en alguna de Keneth Kemble y en la primera fase de la tarea de Marta Minujín – como su descomposición y nuevas técnicas – se ligan a procesos similares que se desarrollan coetáneamente en la filosofía, la política y en la institucionalidad cultural.

Disolver pinturas con líquidos diluyentes o residuos y secreciones orgánicas que permitan utilizarlos como nuevos materiales más básicos aún que en sus orígenes; acercarse microscópicamente a un trazo de pincel sobre el lienzo para reproducirlo a escalas siderales que permitan percibir el trazo, el pulso y el vigor del artista, se acercan mucho a la lógica imperante en el Mayo Francés y en la convocatorias del Instituto Di Tella. Deconstruir para analizar las relaciones de los microsistemas, casi un manifiesto del pensamiento de Foucault, cuya palabra oral y escrita conforma un campo fértil para el desarrollo de estas tendencias

Entre 1963 y 1969 el Centro de Artes Visuales (1963-1969) del Instituto Di Tella fue bajo la conducción de Romero Brest un incubador de estas nuevas corrientes.

En la selección y el curso que propone Javier Villa se destacan, además de los artistas ya nombrados, las obras propiedad del museo de Raquel Forner, Del Prete, Wells, Trotta, Peralta Ramos, Luis Felipe Noé y Jorge De La vega.