Un palacio en Sarasota, el otro “gran circo” de Ringling que vale la pena visitar
De los comentarios generales que todos hemos escuchado, como los que relacionan la mudanza de los jubilados norteamericanos al clima benigno y a las costas generosas de la Florida, me llegó en alguna oportunidad la información sobre una pequeña ciudad bañada por las aguas del Golfo de México, en la que se concentra una gran actividad artística en un ambiente menos latino que Miami u Orlando-.
Llegué. Así a Sarasota, donde las playas son excelentes y el comercio, la gastronomía y la hotelería, tanto en el centro como en la islita de Lido (Saint Armands) permiten disfrutar plenamente sin ningún sobresalto, con alta calidad y variada oferta a precios un poco por sobre los de Miami Beach. La nota relevante es el palacio de John Ringling (uno de los famosos 5 hermanos de la legendaria compañía circense). Construida y decorada con los más variados, valiosos y excéntricos elementos traídos de sus giras internacionales, en especial de Asia. La casa (Palacio) principal está abarrotada de artefactos, decoraciones, cristalería y alfombras. Un día completo apenas alcanza. Una de las estaciones internas del paseo contiene un museo del circo, que ahora se potenciará con la anunciada desaparición de la emblemática compañía.
Con una terraza morisca (aún que las reseñas sobre la arquitectura de la construcción principal remiten a un Gótico Veneciano) sobre el mar y amarradero propio todo el lugar permite imaginar lo fabuloso de los ingresos que el espectáculo circense generaba en los siglos pasados. Para completar el recorrido, la nave central del acceso al paseo incluye su Museo de Artes Plásticas y presenta una colección fabulosa en la que la obra de P.P. Rubens es la nave insignia. Este Museo, aparece entre los 20 más visitados en Estados Unidos y fue incorporado al acervo cultural del Estado de Florida. Un jardín central cómplice con el benévolo clima presenta la posibilidad de disfrutar de un repertorio clásico de las orquestas zonales en un ambiente perfecto, al atardecer, y al aire libre. Un par de horas de autopista, después de las sobredosis usuales de Disney y Harry Potter merecen el esfuerzo.
Un palacio en Sarasota, el otro “gran circo” de Ringling que vale la pena visitar
De los comentarios generales que todos hemos escuchado, como los que relacionan la mudanza de los jubilados norteamericanos al clima benigno y a las costas generosas de la Florida, me llegó en alguna oportunidad la información sobre una pequeña ciudad bañada por las aguas del Golfo de México, en la que se concentra una gran actividad artística en un ambiente menos latino que Miami u Orlando-.
Llegué. Así a Sarasota, donde las playas son excelentes y el comercio, la gastronomía y la hotelería, tanto en el centro como en la islita de Lido (Saint Armands) permiten disfrutar plenamente sin ningún sobresalto, con alta calidad y variada oferta a precios un poco por sobre los de Miami Beach. La nota relevante es el palacio de John Ringling (uno de los famosos 5 hermanos de la legendaria compañía circense). Construida y decorada con los más variados, valiosos y excéntricos elementos traídos de sus giras internacionales, en especial de Asia. La casa (Palacio) principal está abarrotada de artefactos, decoraciones, cristalería y alfombras. Un día completo apenas alcanza. Una de las estaciones internas del paseo contiene un museo del circo, que ahora se potenciará con la anunciada desaparición de la emblemática compañía.
Con una terraza morisca (aún que las reseñas sobre la arquitectura de la construcción principal remiten a un Gótico Veneciano) sobre el mar y amarradero propio todo el lugar permite imaginar lo fabuloso de los ingresos que el espectáculo circense generaba en los siglos pasados. Para completar el recorrido, la nave central del acceso al paseo incluye su Museo de Artes Plásticas y presenta una colección fabulosa en la que la obra de P.P. Rubens es la nave insignia. Este Museo, aparece entre los 20 más visitados en Estados Unidos y fue incorporado al acervo cultural del Estado de Florida. Un jardín central cómplice con el benévolo clima presenta la posibilidad de disfrutar de un repertorio clásico de las orquestas zonales en un ambiente perfecto, al atardecer, y al aire libre. Un par de horas de autopista, después de las sobredosis usuales de Disney y Harry Potter merecen el esfuerzo.